domingo, 14 de abril de 2013

¡ Siempre son los otros los que se quejan!... ¿ Y yo ?





Eso solemos decir siempre, nos damos cuenta de lo que hacen los demás, pero no  de lo que hacemos o decimos nosotros mismos. Pero,  la forma inteligente de actuar es  ser consciente de nuestra actitud e intentar mejorarla. Es más difícil, claro, pero ahí está el reto, y todos podemos.
Habitualmente, nos quejamos de lo que hacen  o dicen las personas que nos rodean,  si hace mucho frío, si hace mucha calor, si llueve, si tengo que planchar mucho, si tengo mucho trabajo, si tengo poco,  si no me gusta el programa de televisión, si se me olvida algo, si es al otro al que se le olvida, si mi compañero de trabajo o estudio hace algo, si mi jefe hace o dice algo que me molesta, bueno, sería un sinfín de cosas.
Hoy, os invito a realizar un juego, para observar el grado de quejas que emitimos.







Un día, llegó a mi correo una divertida propuesta. Se trataba de coger una pulsera y ponérnosla en la muñeca en una de las manos y contar 21 días sin quejarnos.
Cada vez que realizásemos una queja, esa pulsera debía pasar a la otra mano. Y en ese caso, había que empezar a contar de nuevo desde cero, hasta 21 otra vez.

El objetivo era conseguir que la pulsera estuviese todo ese tiempo en el mismo sitio.
Pues bien, es muy divertido tener esa experiencia, porque es cuando tomamos conciencia de las veces que nos quejamos durante el día, y nos llevamos una sorpresa.  
Prueba  el experimento, pero no te desanimes. Si ves que hay  mucho movimiento de pulsera, no te estreses, igual hasta te da risa de ver ese vaivén y te das cuenta de lo que no veías.

Cuando pases un día o varios haciendo este ejercicio, pasa a leer los siguientes párrafos.


Si queremos trabajar con ese movimiento de pulsera, para que cese más rápido, podemos realizar nuestra parte.
Cuando nos quejamos, normalmente tenemos rabia.  También llegamos incluso al rencor.
Estoy en una emoción inadecuada, en la que estoy dando vueltas y vueltas, como un hámster dentro del columpio en su jaula. Y esto nos genera una energía autodestructiva. Esta rabia nos hace sufrir, e incluso lo paga nuestro cuerpo.  Además quejarse, al fin y al cabo, no es hacer nada.
Podemos observar que muchas veces nos quejamos, y justamente a la persona inadecuada, la que no nos puede ayudar.

Se trata simplemente de aceptar  nuestra responsabilidad,  la acción desde nuestra parte.  Y ver qué podemos hacer.
En nuestras manos está tomar la decisión de hacer algo para salir del columpio del hámster. Así que cogemos nuestra parte, y nos decimos ¿Y yo que voy a hacer?

Aquí empieza nuestra responsabilidad.  Si sólo nos desahogamos, no estamos haciendo nada, y aquí se trata de como hemos dicho antes, ver que es lo que yo voy a hacer. Aquí es donde tenemos algo que proponernos, un cambio por el que empezar.

Por ejemplo, aparece un día de lluvia, y ya empiezo a quejarme, tengo que llevar paraguas, habrá más tráfico, lo que faltaba, hoy que quería ir a la playa,… pues  si estamos en esta actitud de queja,  nuestro interior lo va a notar, y por lo tanto nuestras actitudes exteriores.  Podríamos decirnos, pues, que bien que esa lluvia era necesaria para nuestro medio ambiente, la limpieza de nuestra ciudad, regar los campos, si hoy no salgo de paseo, pues quizá sea el momento de parar, darme un tiempo y leer un libro, escribir, relajarme,… hacer cualquier otra cosa que no haría en su lugar.

Tengo por ejemplo un mal día en el trabajo. Puedo optar por estar quejándome todo el día de lo que ha pasado, llegar a casa y seguir quejándome, o pagarlo con mis seres queridos, gastar tiempo de mi vida criticando a esa persona y hablando mal , etc.  O en su lugar, puedo preguntarme que ha pasado, si tiene que ver conmigo lo ocurrido, cómo puedo hacer para que eso no vuelva a ocurrir, qué he aprendido de esa situación, etc.   Y así dejar  esos bucles que parecen que no acaban, y poder seguir “viviendo”.

Este movimiento en nuestra actitud, ayudará a que nos encontremos mejor, y que muchas de las cosas en nuestra vida fluyan con más rapidez.  Yo decido ir saliendo de esas ruedas como las del  hámster,  que no nos dejan ir o movernos hacia otro lado, hacia las cosas bonitas que deseamos para nuestra vida. No nos ayuda esa actitud de queja, nos hace ir demasiado lentos en ese camino hacia nuestros objetivos.

Siempre hacia la búsqueda de lo que deseamos, evitando el sufrimiento absurdo y  sintiéndonos cada vez más felices. 

Te invito a probar la pulsera, y aprender de ella.
No desperdiciemos ni un solo segundo de nuestra vida .


Conchi Romero Medina
 
Estructura Abierta
Metodología para la Conciencia.
Para ser YO QUIEN SOY, y TÚ, SER QUIEN ERES. 


 

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